Bueno, bueno, bueno. Parece que ya es definitivo.
Empieza a oler a maletas hechas, a llenado de depósito de gasolina, a últimas compras, -te dije que aquella pulserita se la tenáis que comprar a tu madre-, y a despedidas de amores de verano.
Sí, es el final del estío, de la época más calurosa, apasionante y corta, de todo el año.
Creo que la ocasión merece la pena y para decir adiós a estas vacaciones, a la ciudad y al verano, -los que nos quedamos en Alicante podremos repetir durante todo el año,- no hay mejor manera que ir a cenar a Altea la última noche disponible.
Yo os recomiendo cenar al lado del paseo marítimo, a la luz de las velas, con el sonido de los acordeones y el aroma del mar entrando a pleno pulmón…
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