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Un hijo predilecto muy particular

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En la España de la posguerra, Franco era todo. Era Jefe del Estado y del Gobierno, jefe de los ejércitos, -le llamaban Generalísimo-, y jefe «espiritual» de Occidente, -tenía la capacidad de «recomendar» obispos al Vaticano. Pero además de todo eso «Franco» eran muchas calles, muchas avenidas y gran cantidad de plazas mayores de miles de localidades de España.

Por ser, Franco era parte del nombre de El Ferrol (del Caudillo) o de Bollullos (del Caudillo), provincia de Sevilla. Muchas ciudades han tenido estatuas dedicadas al General, -Madrid, sin ir más lejos-, y aun hoy existe en el callejero referencias al militar rebelde y a los que le acompañaron en la Guerra Civil. Alicante no es, no fue la excepción. Durante el franquismo, Alicante nombró hijo predilecto de la capital al que entonces era Jefe del Estado y jefe de casi todo.

Tras la aprobación en la pasada legislatura de la Ley de memoria histórica, los nombres de las calles dejarán de tener referencias al antiguo régimen. Invocando esa ley socialista, el grupo de ese partido en la Diputación de Alicante ha presentado una moción para que el consistorio de la capital retire esa distinción al General Franco.

La moción ha sido rechazada con los votos en contra del Partido Popular, que tiene mayoría en la diputación. El argumento que han usado es que Franco, como es público y notorio, murió el 20 de noviembre de 1975. La distinción de hijo predilecto es a título vitalicio, es decir, una vez muerto, ya se sabe, la cebada al rabo. Y eso es lo que dice el PP, que una vez muerto Franco, no hay título que valga, ni distinción que argumentar.

El PSOE invoca la ley, el PP les dice que se lean el reglamento y entre tanto, acusan los primeros a los segundos de ser los «herederos del franquismo». Se defiende José Joaquín Ripoll, presidente de la Diputación, diciendo que «ni él ni nadie de su partido son deudores del franquismo«. Treinta y tantos años después es posible que nadie lo sea.

La Historia está ahí, y dice que Alicante nombró hijo predilecto a Francisco Franco. Eso nadie lo puede cambiar, pero es Historia. No hay nada en la ciudad que le recuerde. Ningún monumento, ninguna estatua, ninguna calle. En pleno 2008 no podemos cambiar que otros, hace 40 años, hicieran algo que hoy en día nos parece impensable. Pero la pregunta que nos hacemos es si los políticos tienen que dedicarse a eso. Si 40 años después tienen que plantearse el cambiar la Historia o intentar solucionar los problemas del siglo XXI. Problemas como el agua, la llegada del AVE, el TRAM, la Economía de la provincia o el paro en la construcción. ¿Tiene que perder el tiempo la diputación en discutir sobre una medida de hace cuatro décadas?

Que Franco fuera o no hijo predilecto de Alicante no le afecta a nadie. Primero, porque lleva 33 años enterrado; segundo, porque la Historia, nos guste o no, es la que es; y tercero, porque discutiendo sobre Franco, probablemente dejemos de hablar de otros temas que sí afectan al día a día de todos. Hoy, El Ferrol ya no es del Caudillo, ni Alicante tiene como hijo predilecto a Franco, porque está muerto. El problema es que el paro crece, y de eso Franco no tiene la culpa.

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